domingo, 31 de diciembre de 2017

SECCIÓN CXV (115) ABRAHAM Y LAS DOS NACIONES.


CONTINUACCIÓN DE LA SECIÓN CXIV (114)
Jacob cojeaba de una pierna, al igual que Pablo, siglos más tarde llevo “una espina” en la carne (2 Cor. 12:7). Nunca lo entenderemos cuando Dios permite que a rastremos una espina en nuestro corazón. 

Para que la sobreviva y el orgullo y la vanidad del hombre no se suba sobre su cabeza. Vemos a un hombre triunfante salir de la prueba, con una experiencia que nunca podrá borrar de su mente. 

Jacob a pesar de su problema disfrutó de la más ricas bendiciones de Dios. Cada lucha deja su cicatrices en la batalla. Del mismo modo cada fiel creyente, al pasar por su propia experiencia de Peniel, pueda esperar con toda seguridad el recordativo de su lucha intensa contra sí mismo, contra sus tendencias heredadas y cultivadas. 

Tenemos el mejor ejemplo de la historia del hombre: Cristo llevara por la eternidad las señales de los clavos, ya que gano la contienda contra el mal. Pero las nuestras se desvanecerán y serán olvidadas (2 Cor. 4:17; Isa. 65:17). 

Al paso de nuestras terribles cicatrices que son las huellas la gran batalla contra el yo, las huellas de los clavos en las manos de Cristo provienen de un conflicto a nuestro favor contra los poderes de la oscuridad.

Los julios y los árabes todavía no se distingue cual es el tendón que no sede ve de comer. La traducción de la VVR se basa en la LXX, se hizo débil”, “quedo entumecido” o “fue dislocado”.
Quizá debería traducirse cadena” o con lo que le sería “el tendón de cadera”.  

Y así el termino cambiaría y se llamaría “El tendón de la cadera”. En pleno siglo XXI los judíos ortodoxos se astienen de comer esa parte de cualquier animal. (Tratado de Jolinm Mishna 7.). La experiencia de Jacob durante aquella noche de lucha y angustia representa la prueba que habrá de soportar el pueblo de Dios inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo.  

El profeta Jeremías, contemplando en santa visión nuestros días, dijo: “Hemos oído voz de temblor: espanto, y no paz,. . . hanse tornado pálido todo los rostros. ¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto que no hay otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado.” (Jer. 30:5-7). 

El mundo vive dormido, bajo la flor de la dormidera.
Muchos pueblos del Oriente no creen en el Mesías llamado el Cristo.  

Clama a Dios y Matan en su nombre. Oran a Dios, pero violan la ley de Dios. Cuando Cristo acabe su obra mediadora en favor del hombre, (Que habla Daniel cap. 7, 8, 9:20-27, 10. 11.12.), empezará ese tiempo de aflicción. Entonces la suerte de cada alma habrá sido decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para limpiarnos del pecado.
Maranata
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domingo, 10 de diciembre de 2017

SECCIÓN CXIV (114) ABRAHAN Y LAS DOS NACIONES.


CONTINUACCIÓN DE LA SECCIÓN CXIII
Esaú avisto a su hermano y se dejo llevar por los sentimientos naturales de afecto fraternal. No olvidemos que Dios le hizo una visita a Esaú, advirtiéndole que no le hiciese daño a su hermano. Ya que estaba protegido por Dios.

Esaú había sido vencido por la humildad de su hermano Jacob. Comprendió que no tenia nada que temer de su hermano Jacob.
La experiencia de Jacob debería ser un aviso para el pueblo de Dios, que guarda sus mandamientos y tiene la fe de Jesucristo. 

Tal será la experiencia del pueblo de Dios en su lucha final con los poderes del mal. Dios probará la fe de sus seguidores, su constancia, y su confianza en el poder de él para librarlos. (Jer.30:5-7). 

Cuando Cristo acabe su obra en el lugar Santísimo en favor del hombre, entonces empezará ese tiempo de aflicción. Entonces la suerte de cada alma habrá sido decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para limpiarnos del pecado. 

Cuando Cristo deje su posición de intercesor ante Dios, se anunciará solemnemente: “El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía.” 

Tal sera la experiencia del pueblo de Dios en su lucha final con los poderes del mal. 

Dios probará la fe de sus seguidores, su constancia, y su confianza en el poder de él para librarlos.

¿Qué sucederá con aquellos que no se han arrepentido sinceramente de sus pecados y de su idolatría? 

 ¿Podrán tener la paz en sus corazones cuando llegue la prueba? Antes de la prueba todo corazón deberá estar limpio de pecado, ya que no habrá intercesor. 

No podemos hacer por nosotros mismos lo que Cristo hace, es danos el perdon. En toda nuestra desamparada iniquidad, debemos confiar en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nadie perecerá jamás mientras haga esto. 

El Señor enseño a su siervo que sólo el poder y la gracia de Dios podría darle las bendiciones que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en los últimos días de la historia de la humanidad. 

Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere de su alma, deben de depender únicamente de los méritos de la expiación de Cristo. 

Las mayores victoria de la iglesia de Cristo o del cristianismo no son las que ganan mediante el talento o la educación, la riquezas o el favor de los hombres. 

Son las victorias que se alcanzan en la cámara de la audiencia de Dios, cuando la fe fervorosa y agonizante se ase del poderoso brazo de la omnipotencia mediante la oración, Jacob comprendió esto perfectamente. Dependió de la gracia de Cristo.
Maranata
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