martes, 6 de marzo de 2012

LAS DOS NACIONES. JACOB Y ESAÚ. SECCIÓN IX

Continuación de la sección VIII.
Géne. 25:29-34.
Esaú vende su primogenitura. Un día cualquiera de un mes, cualquiera del año, estaba Jacob preparando un guiso de lentejas, a lo lejos se visualizaba una silueta de un hombre casado y agotado por el duro caminar, desilusionado por no haber encontrado su caza favorita.

Esaú se sentó al lado de su hermano, y con voz serena y seguro de si mismo de dijo: "Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo" ([potaje rojo] [bermejo]), pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Jacob
hombre tranquilo y dado a la meditación y contemplación de la naturaleza, su pensamiento fue más rápido que su lengua.

Y Jacob le respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. La astucia y la sagacidad de Jacob, vio la oportunidad tan deseada en su vida.
Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir, ¿Para qué, pues, me servirá la primogenitura?

Reflexionó, y no hizo ningún esfuerzo especial para reprimir su apetito, hasta que el poder de ese alimento venció toda otra consideración y lo controló, y se imaginó que sufriría una gran molestia y aun la muerte si no podía disponer precisamente de ese plato.

Mientras más pensaba en eso, más se
fortalecía su deseo, hasta que su primogenitura-que era sagrada-perdió su valor y su santidad. Esaú era un hombre impulsivo y no tenia una perspectiva de futuro. Para Esaú su poder residía en su brazo, su futuro era el presente.
Jacob usando de su astucia le dijo: Júramelo en este día. Y el le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de lentejas; y él comió y bebió y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
Esaú pensó en lo más intimo de su corazón: pues bien, si la vendo ahora, fácilmente la puedo recuperar de nuevo. . . Cuando procuro recuperarla comprándola, aun a expensas de un gran sacrificio suyo, no lo pudo hacer. . .

Buscó afanosamente el arrepentimiento hasta con lágrimas, pero todo fue en vano. Había despreciado la bendición, y el Señor se la quito para siempre (RH. 27.4 1886). (Hebreos. 12:16,17.)


Cuantos seres humanos no se interesa por las cosas espirituales, solo se interesan por los deseos físicos y carnales, solo les interesa las satisfacciones de las necesidades del momento. Cual es el limite de una persona que esta dispuesta a sacrificar los deseos del presente por los bienes del futuro, en la medida exacta de su madurez emocional y espiritual. (foto. La codicia y la bula lo llevaron a la muerte).

De acuerdo con esto, tan sólo el creyente, o cristiano temeroso de un Dios Santo, puede llegar a ser plenamente maduro, porque sólo él está listo y dispuesto a renunciar a todo lo que puede ofrecer esta vida a fin de poder ser considerado idóneo para la vida venidera. [2º Cor. 4.17,18; Fil. 3:7-15; Hech. 20:24; Luc.20:34,35; Heb.11:10). (C.B.A. p.387).

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