sábado, 28 de octubre de 2017

SECCIÓN CXII (112) ABRAHAM Y LAS DOS NACIONES.


CONTINUACCIÓN DE LA SECIÓN CXI (111)
Cuando Cristo deje su posición de intercesor ante Dios, se anunciará solemnemente: 

“El que es justo, sea justo todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado; y el santo sea santificado todavía.” (Apoc. 22:11). 

Entonces el Espíritu que reprime el mal se retirará de la tierra. Como Jacob estuvo bajo la amenaza de muerte de su airado hermano, así también el pueblo de Dios estará en peligro de los impíos que tratarán destruirlo. 

Y como el patriarca luchó toda la noche pidiendo ser liberado de la mano de Esaú, así claramente los justos a Dios día y noche que los libere de los enemigos que los rodean. (PP. p.199). 

Muchos vendrán de Oriente de Occidente, que aunque no conozcan toda la verdad sobre el sábado, o sobre doctrinas. 

Pero en su corazón esta la ley de Dios, impresa por su fe y como consecuencia de esa fe, llegaran sus obras. 

No sabrán leer, ni escribir, pero su corazón esta prendado del amor de Dios. Estos serán llamados a la gran cena. 
Pero recordando la grandeza de la misericordia de Dios, y su propio arrepentimiento sincero, pedirán el cumplimiento de la promesa hecha por Cristo a los pecadores desamparados y arrepentidos. 

Su Fe no faltará porque sus oraciones no sean contestadas enseguida. Se asirán del poder de Dios, como Jacob se asió del Angel, y el lenguaje de su alma será: “No te dejaré, si no me bendices.” 

Lo que hizo Jacob en ante su hermano es un acto de sumisión. (Gén. 33:3) 

Se inclinó. Era una costumbre en el oriente, costumbre que se unas actualmente como signo de respecto a la persona que esta delante de ti. En las Cartas de Amarna del siglo XIV A.c. 

En las cuales se registra que algunos príncipes de Canaan, Hamon, Hititas, y los reyes cananeos. 

Escribieron a un rey egipcio que ellos se prosternaron delante de los pies del faraón “siete veces” o “siete veces”, o posiblemente “siete veces siete veces”. 

Inclinarse siete veces delante de un superior parece haberse considerado como una señal de perfecta humildad y absoluta sumisión. 

Creo humildemente que el profesor y historiador Giuseppe Ricciotti, bajo mi punto de vista como creyente, deja ver la magnitud de la situación de “grandiosidad”, “impresionante”, “terrible”, etc. 

Del problema que estaba pasando Jacob en esos momentos históricos de su vida. 

en el tomo 1º p, 137. Mediante esta manifestación, Jacob esperaba ganar el corazón de su hermano. 

Este acto representaba que él renunciaba por completo a la pretensión de cualquier privilegio especial conseguido previamente mediante la traición y el engaño.
Maranata
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