lunes, 2 de julio de 2018

SECCIÓN CXXIV (124). ABRAHAM Y LAS DOS NACIONES.

CONTINUACCIÓN DE LA SECIÓN CXXIII (123)
Los hermanos de sangre, pero no de madre, (este es un problema que los árabes no entenderán nunca), ya por si celoso de José, este les relato el sueño, bien sea porque se sentía el preferido del clan, o porque en su ignorancia quería ser aceptado por sus hermanos. 

Aunque no se dice que los sueños de José provenían de Dios (ap. 20:3-7; 28:12-15), lo que sucedió en su vida así lo atestigua que provenía de Dios. La fidelidad hacía Dios, son dones para el futuro. 

Hay momentos de nuestra vida cristiana, que Dios se vale de este método para avisarnos de algo o para darnos un mensaje. Esto sucedió con muchos de los profetas, incluso con el apóstol Juan en la isla de Patmos. 

Un detalle que aveces se nos escapa en el estudio de Jacob, La familia no solamente se dedicaba al pastoreo sino a la agricultura, ya que había campos fértiles para sembrar trigo y otras cosechas (cap. 26:12; 27:28 ). 

Porque si no fuera así, no irían a Egipto a comprar trigo. Hay una similitud entre José y Cristo. José ejemplifica a Cristo. 

Jesús vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. (Incluso hoy día no lo reconocen al igual que los Arabes). 

Fue rechazado y despreciado porque sus obras eran justas, y su vida consecuente y abnegada eso se convirtió en un reproche continuo para los que profesaban piedad pero cuyas vidas eran corruptas. 

(Hoy pasa lo mismo dentro del pueblo de Dios, y esto es un hecho que se palpa hoy día). 

La integridad y la virtud de José fueron terriblemente atacada y no prevaleció la mujer que quiso descarriarlo; por lo tanto, se robusteció su odio contra la virtud y la integridad que ella no pudo corromper, y testificó falsamente contra el. (Como ya veremos). 

El inocente sufrió debido a su rectitud. Fue arrojado en la prisión a causa de su virtud. José fue vendido a sus enemigos por sus propios hermanos por una pequeña suma de dinero. El Hijo de Dios fue vendido a sus propios discípulos. 

Jesús fue manso y santo. La suya fue una vida sin par abnegación, bondad y santidad. No fue culpable de ninguna falta. 

Sin embargo, fueron sobornados falsos testigos para testificar contra él. Fue aborrecido porque había reprochado fielmente el pecado y la corrupción. 

Los hermanos de José lo desnudaron de su túnica multicolor. Los verdugos de Cristo echaron suerte sobre su túnica inconsútil. (3 SG 174). 

La astucia de sus hermanos, artos del primogénito de Jacob, aunque algunas culturas del Medio Oriente no lo admitan, es un hecho que es Dios el que elige, y no el hombre. 
MARANATA.
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