martes, 19 de julio de 2011

EL SACRIFICIO DE FIDELIDAD DE ABRAHAM.SECCIÓN VIII

Continuación de la sección VII.
En este recorrido atraves del tiempo, vemos a los soldados levantarlo y dejar caer la cruz, produciendo un golpe seco en el oyó profundo. El Salvador no dejo oír un murmullo de queja. Su rostro permaneció sereno. Pero había
grandes gotas de sudor sobre su frente. No hubo mano compasiva que enjuagase el rocío de muerte de su rostro, ni se oyeron palabras de simpatía y fidelidad inquebrantable que sostuviese su corazón humano. . .
(foto. la oración antes del sacrificio).

Con labios temblorosos dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Su espíritu se apartó de sus propios sufrimientos para pensar en el pecado de sus perseguidores, y en la terrible retribución que les tocaría. . .

Retornemos al pasado. Abraham y su hijo llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham el altar, y compuso la leña. ¿Que dialogo hubo entre padre y hijo? ¿cual fue el sufrimiento si lo podemos entender del padre? ¿Que dolor sintió el padre? y ¿su hijo con que mansedumbre fue al altar del sacrificio? (foto. El hijo consuela al padre).

Por la mente de Abraham pasaba la
ley divina "No mataras" el sufrimiento era tal, que aun en esas circunstancias no murmuro Abraham contra Dios, sino que fortaleció su alma espaciándose en la evidencias de la bondad de Dios. Su fe le repitió la promesa: "En Isaac te será llamada descendencia" (Gén. 21:12). Que nos recuerda todo esto.

Con terror y asombro Isaac se enteró de su destino; pero no ofreció resistencia. Con ternura trató de aliviar el dolor de su padre, y animó sus debilitadas manos para que atara las c
uerdas que lo sujetaría al altar. (foto. Abraham se prepara para el sacrificio).

Retrocedamos hacia al futuro. Isaac es un reflejo de la mansedumbre y muerte de Cristo. La ira de Dios contra el pecado, y la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. . .

Al sentir el Salvador que de él se retraía el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre. Tan grande fué esa agonía que apenas le dejaba sentir el dolor físico. . . (foto. El ángel le detiene).

En esa densa obscuridad, se ocultaba la presencia de Dios. El hace de las tinieblas su pabellón y oculta su gloria de los ojos humanos. . . El Padre estaba con su Hijo. Sin embargo, su presencia no se reveló. En aquella hora terrible, Cristo no fué consolado por la presencia del Padre. Pisó solo el lagar y del pueblo no hubo nadie con él.

A diferencia que Abraham fue consolado por su hijo, Cristo tuvo que sufrir en el lagar solo. Y cuando Abraham extendió su mano para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehov
á le dio voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Dios no abandono ha su siervo Abraham en este momento de prueba.

Tampoco Dios abandonado a Jesús, en ese momento de prueba, si no fuera así, ¿en quién podía confiar sus seguidores? Un silencio sepulcral parecía
haber caído sobre el Calvario. . . Hombres, mujeres y niños cayeron postrados al suelo. Rayos vívidos fulguraban ocasionalmente de la nube y dejaban ver la cruz y el redentor crucificado. . . (foto. Los niños presencia la cruz).

Entonces "ex
clamo Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachtani? " "Dios mío, Dios mío, ¿por que me has desamparado?. . . Jesús exclamó: "Consumado es".
Para Abraha
m no fue así, No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único.

Abraham expe
rimento el sufrimiento de Dios por la perdida de su Hijo. El hombre no puede comprender este hecho, pero cualquier Madre que aya perdido a su hijo, puede comprender un poco del dolor de perder del Hijo del hombre. (foto. La hora más sombría de Cristo).

Por la fe, confió en Aquel a quien había sido siempre su placer obedecer. Y mientras, sumiso, se confiaba a Dios, desapareció la sensación de haber perdido el favor de su Padre. Por la fe, Cristo venció.



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